La comunidad de Cantarrana tiene una larga historia que se remonta a 1950. En aquel entonces, las viviendas eran escasas y en su mayoría estaban construidas con bahareque, es decir, lata y barro. La falta de luz eléctrica obligaba a los habitantes a iluminarse con lámparas de queroseno y mechusos. El entorno estaba rodeado de vegetación, donde destacaban los mangos, cocos, tamarindos, pomalacas y almendros, entre otros. La falta de agua potable era un problema grave, ya que los residentes debían caminar largas distancias para obtener agua en baldes que cargaban hasta sus hogares. Las tuberías clandestinas de donde se obtenía el agua se conocían como pilas.
La comunidad se caracterizó por tener tierras agrícolas donde se cultivaban mangos, cambures, cocos, plátanos, tamarindos, pomalacas, lechosas y legumbres como tomates, ajíes dulces y berenjenas. Sin embargo, con el paso del tiempo, algunas de estas tierras fueron abandonadas y permanecieron ociosas hasta 1992, cuando fueron invadidas por habitantes de otras comunidades que necesitaban viviendas. Estas personas comenzaron a rellenar las tierras con escombros, piedras y ripio, lo que provocó la pérdida de fertilidad del suelo. Hoy en día, estas tierras se han urbanizado con casas y patios mayoritariamente en cementados y se les conoce como "Villa Bolivariana". A pesar de los obstáculos, los habitantes han construido sus viviendas con esfuerzo y con la ayuda gubernamental.
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